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Levantate y resplandece

Despues de cada caida, levantate y sigue! Pues caer no es fracasar sino perfeccionarse al levantarse!

Hata el final

Yo viveré para El.

Este es el momento

Id haced discipulos a todas las naciones.

Sin cesar

Por que el Espiritu Santo sea derramado en cada uno de los creyentes.

Bendicones!!

Jehova te bendiga y te guarde...

Todo es posible

Todo lo que pidieras con fe, sera hecho.

martes, 5 de abril de 2016

05 - DE QUE HABLAMOS...



“Procuro el Predicador hallar palabras agradables” (Eclesiastés 12:10, RV95).


¿Cuántas palabras supones que saldrán de tu boca a lo largo de este día? De acuerdo con un estudio publicado en la revista Scientific American, en promedio, hoy saldrán de nuestros labios unas dieciséis mil palabras. ¿Y quiénes escucharán esas dieciséis mil palabras? Entre siete y quince personas. El ochenta por ciento de las palabras, es decir cerca de trece mil, serán dirigidas directamente a solo cinco personas, que pueden ser: tus amigos, tus compañeros de trabajo o tus familiares; en fin, los que forman parte de tu círculo íntimo. Por tanto, has de pensar muy bien qué les dirás, porque son los más allegados a ti. A propósito del uso de las palabras, el apóstol Pablo aconseja que nuestra “conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto” (Colosenses 4:6). Por supuesto, para ello debemos tener una lengua controlada por el Espíritu de Dios.

El estudio dejó entrever otra realidad: que esas cinco personas que escuchan diariamente tus trece mil palabras, te dirigen diariamente sesenta y cinco mil palabras a ti. Esa es la cantidad de palabras que tiene un libro de más o menos doscientas páginas. Así que tus conversaciones con esas personas equivalen a leer un libro cada día. ¿Logras percibir la importancia que tiene saber quiénes son tus amigos más cercanos? Si ellos van a bombardear tu mente con miles y miles de palabras, ¿no crees que te vendría bien rodearte de gente que te ayude a ser mejor persona? Esas cinco personas han de ser para ti como un buen libro: han de ayudarte a crecer, a expandir tu vocabulario, a tener nuevas y edificantes experiencias. ¿Puedes identificar esas cinco personas en tu vida?

No hay duda: la gente con la que nos asociamos influye en nosotros para bien o para mal. Y así como las conversaciones de un día pueden ser enriquecedoras, de igual modo pueden acarrear nuestra ruina. El apóstol Pablo, citando a Menandro, un comediante ateniense que vivió en el siglo IV a. C, declaró: “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33, RV95). Elige bien las palabras que usarás en este día. De las dieciséis mil, una podría bastar para sanar o herir un corazón.









DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2016

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Por: J. Vladimir Polanco

lunes, 4 de abril de 2016

03 - SABES QUIEN ES DAVID HEWEITT


“Sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis 14:13, RV95).


David Hewitt es un personaje poco conocido. Incluso me parece que nunca has escuchado su nombre, ¿verdad? Creo que sería bueno que sepas quién fue. Tras el Chasco de 1844, los que siguieron creyendo en la pronta venida de Cristo y guardaban el sábado fueron identificados por algunos como “gente del séptimo día” u “observadores del sábado”; otros se mofaban y los llamaban “cerradores de puertas del séptimo día” o “puerta cerrada y sábado del séptimo día y aniquiladores”. ¿Te gustaría que alguien se refiriera a tu Iglesia con algunos de esos calificativos? Como ves, era preciso encontrar un nombre apropiado para el remanente del movimiento millerita.

En 1854 se propuso el nombre “la Iglesia de Dios”, que le gustó mucho a James White, uno de los pioneros más influyentes; sin embargo, a otros les pareció que sonaba muy pedante. Años después se eligió una comisión de diecinueve personas para que propusieran un nombre para nuestra Iglesia. Ahí es que entra en acción David Hewitt. El era el representante de los laicos en aquella comisión, y fue el que dijo: “Propongo que nos llamemos adventistas del séptimo día”. ¡Es un nombre precioso! Pero ¿por qué adventistas del séptimo día? Porque, como dijo Elena de White, dicho nombre “anuncia las verdaderas características de nuestra fe” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 204).

David Hewitt ocupa un lugar significativo en la historia de la Iglesia Adventista por haber asumido con responsabilidad su papel en aquella comisión. Con razón Joseph Bates lo consideraba el hombre más honesto de Battle Creek. Aunque Hewitt no es tan famoso como otros, el nombre que propuso ha recorrido todos los rincones de nuestro planeta. ¿Te imaginas qué habría ocurrido si David no hubiera tomado en serio su función en aquella histórica comisión? ¡Quizá todavía seguiríamos buscando un nombre para nuestra iglesia! Es cierto que pocos de nosotros recordamos y valoramos la obra de Hewitt; sin embargo, cerca de veinte millones de personas nos identificamos con su propuesta y ¡somos adventistas del séptimo día!

Aunque muchos desconozcan la significativa labor de Hewitt y de otros pioneros, en él y en la vida de muchos héroes anónimos se cumple la promesa de Apocalipsis 14:13: “Sus obras con ellos siguen” (RV95).






DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2016

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Por: J. Vladimir Polanco

viernes, 1 de abril de 2016

01 - ¿PERDONAR?



“Si siete veces viene a decirte: ‘No lo volveré a hacer’, debes perdonarlo” (Lucas 17:4).


Tras concluir la batalla de Gettysburg, un hombre se acercó al jovencito de catorce años y le preguntó:

-¿Estás seguro de que quieres ir a la guerra?

-Por supuesto.

-¿Y ya le comentaste a tu padre la decisión que has tomado?

-Claro que no. Ayer él mató a mi perro sin decirme nada; me iré a la guerra sin decirle nada a él. Nunca le perdonaré que haya matado a mi mascota.

-Estuvo muy mal lo que hizo tu padre, pero creo que tienes que hacer algo más. -¿Algo, como qué? -preguntó el joven.

-Nunca olvides todo lo bueno que tu padre ha hecho por ti. Aunque supongo que el mal que te ha hecho supera con creces lo bueno que él ha sido contigo, ¿verdad?

El jovencito meditó un instante en esas palabras, y luego agregó:

-Perdonar es difícil, pero lo perdonaré, porque los momentos en los que él ha sido bueno conmigo son más y mejores que esas ocasiones en las que me ha hecho daño.

-Me alegra oírte decir eso. De hecho, me has ayudado a decidir qué haré con un grupo de hombres que han desertado del ejército. Como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas había determinado fusilarlos, pero ahora considero que ellos han hecho muchas cosas buenas por nuestro país, así que los perdonaré. Toma mi tarjeta, si algún día me necesitas, con gusto te ayudaré.

¿Quieres saber quién fue el hombre que habló con aquel muchacho? Nada más y nada menos que Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de América.

Si deseamos mantener una relación sana con nuestros familiares y amigos, hemos de aprender a perdonar. Cuando alguien te ofenda y supongas que esa persona no merece tu perdón, detente un minuto a considerar si esa ofensa es superior a todos los momentos agradables que has vivido con ella. Cuando te sientas ofendido por tu padre o por tu madre y pienses que ellos se han extralimitado, reflexiona en si esa presunta ofensa supera todas las evidencias de amor que ellos te han manifestado, y ten tu corazón listo para perdonarlos. No olvides las palabras de Jesús: “Perdonen, y Dios los perdonará” (Lucas 6:37).







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Por: J. Vladimir Polanco

miércoles, 30 de marzo de 2016

30 - SEAMOS COMPASIVOS



“Sean compasivos, así como su Padre es compasivo” (Lucas 6:36, NVI).


Si estás pensando preparar una lista de las personas más influyentes del mundo, creo que Jeff Bezos no puede faltar. ¿Sabes quién es? Es el fundador y director ejecutivo de Amazon, una de las empresas más exitosas del planeta. Son muchas las cosas que han contribuido al éxito profesional de Jeff. Una de ellas es que desde niño fue un voraz lector de libros. Pero otro de los factores determinantes de su exitosa carrera lo aprendió de su abuelo.

Cuenta Jeff que, un día, mientras viajaba con sus abuelos, como la travesía era muy larga se dedicó todo el camino a leer los letreros, a calcular los kilómetros que daba cada galón de combustible, y la cantidad de dinero que habían gastado en comida. En fin, a mantener la mente ocupada en algo. Hasta que vio una valla publicitaria con un mensaje que le impactó mucho: “Cada fumada te quita dos minutos de vida”. De inmediato, comenzó a calcular: “Dos minutos por cada fumada, veinte fumadas por cigarrillo, veinte cigarrillos por caja, una caja al día durante treinta años”. Entonces, soñando con recibir un buen elogio por su audaz inteligencia, Jeff se colocó entre los asientos delanteros, tocó el hombro de la abuela y le dijo: “Has perdido dieciséis años de tu vida por estar fumando”.

Para sorpresa de Jeff, la abuela comenzó a llorar desconsoladamente. El abuelo se detuvo, le pidió que bajara del auto y comenzaron a caminar a paso tranquilo por la carretera. Cuando llevaban un minuto caminando, el veterano hombre le dijo: “Jeff, algún día aprenderás que es mucho más difícil ser compasivo que inteligente”.

Reflexionando sobre aquella ocasión, Bezos escribió: “Con estas palabras y la dulzura con que me las dijo, mi abuelo me dio una lección fundamental para mi vida. […] De aquello que realmente uno puede enorgullecerse es de la compasión con la que elige aplicar su inteligencia” (Mario Thomas, Las palabras precisas en el momento oportuno, p. 21).

Haz de la compasión tu compañera y, como a Bezos, te irá bien. Sigamos el consejo de Pablo: “Revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” (Colosenses 3:12) y tengamos en cuenta las palabras de Beethoven: “No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad”.







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Por: J. Vladimir Polanco

lunes, 28 de marzo de 2016

28 - ¿Es Pedro la Roca?


“La roca era Cristo” (1 Corintios 10:4, NVI).


El 18 de julio de 1870, el Concilio Vaticano I emitió la siguiente declaración: “Por lo tanto, si alguien dijere que el bienaventurado Apóstol Pedro no fue constituido por Cristo el Señor como príncipe de todos los apóstoles y cabeza visible de toda la Iglesia militante […]: sea anatema”.

Esta declaración se fundamenta en una interpretación errada de Mateo 16:18. Tras la confesión de Pedro en Cesárea de Filipos, Jesús le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:19, RV95). Según algunos creyentes, esto significa que Pedro es el fundamento de la Iglesia y, por lo tanto, el apóstol de mayor autoridad, puesto que recibió “las llaves del reino” a fin de atar y desatar tanto en la tierra como en el cielo.

Es innegable el papel protagónico de Pedro en el Nuevo Testamento. Su nombre aparece 152 veces, solo lo supera el de Jesús. En todas las listas de los apóstoles, su nombre es el primero. Ganó miles de almas, realizó grandes milagros: sanó cojos y paralíticos, resucitó muertos.

La Biblia también destaca el lado humano de Pedro. Confiaba mucho en sí mismo, negó al Señor, era muy agresivo. Pablo lo reprendió por ser un simulador e hipócrita. Sus defectos constituyen un eco de su nombre, cuyo significado es “piedra pequeña”. Cristo no fundaría su iglesia sobre una piedra pequeña, sino sobre la “Roca”.

En el Nuevo Testamento la metáfora de la roca/piedra se aplica a Cristo en muchas ocasiones. El mismo Pedro nos dice que Cristo es la “piedra viva”, la “principal” (1 Pedro 2:4; Hechos 4:11). Moisés llamó a Dios “la Roca, cuya obra es perfecta” (Deuteronomio 32:4, RV95), y Pablo dice que esa “roca era Cristo” (1 Corintios 10:4)- Por lo tanto, “nadie puede poner otro fundamento […] el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11, RV95). Aunque la iglesia se apoya en las enseñanzas de los apóstoles, la “piedra principal” es el Señor (Efesios 2:20, 21), no Pedro.

Tú, Pedro y yo tan solo somos “piedrecitas” cuyo valor depende de estar adheridos a la Roca que es Jesús. No es nada conveniente que edifiquemos nuestra vida sobre un ser humano. Lo mejor es colocar a Jesús como nuestro sólido fundamento.

#miRocaesJesús







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Por: J. Vladimir Polanco

viernes, 18 de marzo de 2016

18 - MI GUARDAESPALDAS



“Mira, yo enviaré mi ángel delante de ti, para que te cuide en el camino” (Éxodo 23:20).


En enero de 1843, con apenas veintidós años, james White salió en medio del crudo invierno para predicar el evangelio en una región donde no se cono- cía el mensaje del regreso de Cristo. Sin dinero ni ropa apropiada, este valiente jovencito recorrió ciento sesenta kilómetros a caballo hasta llegar al lugar donde impartiría su campaña de evangelización. Cuando llegó a su destino, de inmediato comenzó a prepararlo todo para dar inicio a su labor.

Cierta noche, una turba rodeó la capilla donde se estaban celebrando las reuniones y, cuando James inició la predicación, comenzaron a lanzarle bolas de nieve. Su Biblia y su ropa quedaron empapadas, pero el humilde siervo de Dios continuó con su sermón ignorando la actitud de aquellos incrédulos. Momentos después, la multitud quedó atrapada por su poderoso mensaje: “Alguien me arrojó este clavo anoche. Deseo que Dios lo perdone. Anhelo que esa persona sea tan feliz como lo soy yo en este momento. ¿Por qué habría de tener resentimientos por este insulto cuando mi Maestro recibió un clavo como este en sus manos?” Con lágrimas en los ojos, exhortó a los pecadores a entregar su vida a Cristo, y más de cien personas aceptaron el llamamiento del Señor aquella gélida noche.

Cuando concluyó la reunión, alguien lo tomó de la mano y lo guio mientras atravesaba la muchedumbre. James no sabía quién era su acompañante, pero le parecía alguien familiar. Everett Dick dice en su libro Fundadores del mensaje que tan pronto James hubo dejado atrás aquella turba “echó de menos a su compañero, y nunca descubrió la identidad de este protector enviado del cielo” (p. 110).

¿Quién crees que estuvo allí cuando la multitud enardecida ridiculizaba tanto al mensaje como al mensajero? Dios estuvo a su lado y envió a un ángel para que fuera el guardaespaldas de su esforzado discípulo. “El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen” (Salmo 34:7, NVI). ¡Tú también tienes un ángel guardián que ha vigilado tus pasos y que te ha librado de muchos peligros! Aunque no lo veas, tu ángel te cuidará, como dice la etiqueta de hoy.







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Por: J. Vladimir Polanco

miércoles, 16 de marzo de 2016

16 - EL ROSTRO DE DIOS

“La gloria de los jóvenes radica en su fuerza” (Proverbios 20:29, NVI).


Albert Schweitzer dijo en cierta ocasión: “Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta, el rostro que les ha dado la vida; y con sesenta, el que merecen”. Supongo que tú debes de estar en el primer grupo; yo voy con pasos firmes hacia el segundo. Y ambos estamos preparando el ros- tro que tendremos cuando lleguemos a los sesenta.

Quizás te estés preguntando: ¿Qué significan las palabras que dan inicio a nuestra reflexión? El Dr. Schweitzer quiso decir algo como esto: “Muchacho, ahora que eres joven, tienes en tus manos un envidiable potencial físico, mental y espiritual. Eres dueño del vigor necesario para alcanzar los más encumbrados logros. Vives la etapa en la que puedes hacer ‘todo lo que te venga a mano’ (Eclesiastés 9:10, RV95), porque los jóvenes ‘son fuertes’ (1 Juan 2:14), porque como dijo Salomón: ‘la gloria de los jóvenes radica en su fuerza’ (Proverbios 20:29, NVI). En esta etapa de tu vida eres capaz de llevar a cabo todo lo que te propongas”.

El poeta nicaragüense Rubén Darío inició su Canción de otoño en primavera con esta frase: “Juventud, divino tesoro”. ¿En qué estás gastando ese tesoro que el Creador ha puesto en tus manos? ¿En qué estás invírtiendo tu tiempo? ¿En qué utilizas tus energías? ¿Qué estás haciendo con el “rostro que Dios te ha dado”? Aunque a tu edad, el paso del tiempo no parece ser un tema relevante, no olvides que lo que hagas ahora determinará dónde estarás mañana. Es decir, hoy, en este momento, estás gestando tu futuro.

Joven, este es el tiempo en que debes esforzarte al máximo. Aprovecha cada oportunidad para llegar a ser una persona culta, refinada, sabia, diferente del montón. Un ejercicio que te ayudará a sacarle mayor provecho a este tiempo en el que disfrutas del privilegio de tener “el rostro que Dios te ha dado” consiste en leer constantemente el libro de Proverbios. ¿Por qué ese libro? Porque el objetivo de ese genial libro es muy concreto: dar “a los jóvenes inteligencia y cordura” (Proverbios 1:4, RV95). Con esas dos compañeras, extenderás el rostro de Dios a las siguientes etapas de tu vida.





DEVOCIÓN MATUTINA JÓVENES 2016

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Por: J. Vladimir Polanco